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Mostrando entradas de octubre, 2010

Entre páginas

Solo de Guitarra Suena la melodía desdeñosa del tono de llamada. Aunque es una de las canciones favoritas de Andrés: "It's my life" de Bon Jovi, la tiene prácticamente aborrecida. Y es una lástima. Pero a las horas en las que está sonando, qué más se puede esperar, sino aborrecer hasta la voz de tu novia. Y eso era precisamente lo que estaba sucediendo, de nuevo, Paula, llamando a eso de las dos de la tarde porque Andrés, tras una noche de borrachera, había olvidado que comerían juntos. Así que se levantó con los acordes de guitarra vibrando en sus tímpanos. De un salto. "Let's sing a song for the broken hearted...". Al poner un pie en el suelo, Andrés hace rodar una botella de cerveza. Al escuchar la voz de Paula, le pone una excusa que, conduciendo de camino al centro, terminará de urdir. Se dirige con paso tambalenante al cuarto de baño y un rostro cansado, pero en plena flor de la vida el devuelve una sonrisa. Y se dispone a afeitarse, aunque pensándol

Hoy una vela

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Hoy una vela para ti y para Ella... no quiero palabras, ya te he dado tantas, no quiero darte compasión y pena, pues tú no vales ese tipo de cosas. Solo dos palabras: Te amo. Y una vela, aquella con la que abrí éste blog.

El Blues del Asfalto

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Titilan tus ojos anaranjados, sobre una sobria noche de luna menguante. Me sonríes con un vapor de gas turbio,  que trepa y enrosca filigranas entre las farolas. Tu figura horizontal se dibuja recortando edificios, acostada sobre la noche en la que desearías fundirte. Ya no hay estrellas entre los viandantes, ni la luna ilumina, solo mece a los lejanos ecos que la miran entre tanto silencio de cristales. Un camión pasará a recoger deshechos. El asfalto se queja. Entre tantas emociones,  tacones, ruedas y suelas nos conducen, hasta llegar a las colmenas donde nos escondemos del verdadero mundo. Nos permitimos vivir, entre las entrañas de la Tierra, que nos engullen para subir sobre una vía metálica que viaja al infinito. Y cambiamos de tercio y de estación. Por el paseo de la alameda del caucho, unas tijeras yacen oxidadas, esperando asesinar a su víctima de papel. Esperan, ajadas, al lado de unas gafas que nos tapan la luz del Sol. Un guante blanco, que alguna vez tuvo cerca a su al