El camino de vuelta


Nunca el mundo ha tenido tanto sentido. Siempre me he considerado a mi misma una buscadora, en el terreno espiritual. Podría decir que he pasado por muchas cosas, por Wicca ecléctica, por intentos de acercarme a Wicca más tradicional, por celtimos, etc etc. Esta mañana, en medio de un día gris, a menos de dos semanas de irme a Londres, he visto dos llamas brillando y bailando con alegría en las copas del altar familiar que tenemos en casa a los doce Dioses Olímpicos. En algunos momentos he llegado a sentirme una seguidora, como si me dejara llevar por una corriente solo porque no veía más caminos ni más opciones. Pero hoy, por primera vez en mucho tiempo, puedo decir que mantengo la fe y que nunca la perdí. Miro atrás y reconozco un camino de oscuridad por el que prácticamente he aprendido a base de golpes, aunque demasiado insconsciente de lo que estaba pasando. Incluso sentirme equivocada y hasta de eso sacar una lección hacia donde mirar. Podría haber de grande bendiciones que he recibido de cualquiera de los Dioses de Hellas, pero hasta me pareece más constructivo dar gracias por los palos más que por os regalos. Que también. La devoción es algo que siempre he tendido a racionalizar, bien por que me asusta algo que puede llegar a ser tan grande e incontrolable o porque necesito meter las cosas en un cajón. Pero de vez en cuando necesitamos una dosis de rendición ante lo divino.

Pues bien, esto no se trata de contaros que llevo veinte años como sacerdotisa estupendamente premiada y reconocida (pues no lo soy),ya que en estos tiempos que corren a veces echo en falta un poco de verdadera fe. Se trata de contaros mi experiencia y ver si con eso ayudo a alguien a buscar su propio camino. Pasando por devociones a diversos Dioses, teniendo por supuesto algún favorito, siempre he sentido que vibraba mejor con Hekate, con Apolo, con Hermes... y eso está bien, realmente tener preferencias es algo que nos define mejor, que marca nuestra personalidad. Pero hoy simplemente, con todos mis defectos humanos no pude más que reverenciar un altar que de por si simboliza un todo: los doce olímpicos. Y No se trata de favoritos y de no fvoritos, sino de sentirse en armonía  como parte de un todo, comprendiendo que el mundo está formado por el amor, las comunicaciones, los celos, la cosecha, lo dulce, lo amargo, la guerra... sientiendo cada parte de ese todo como algo grande que escapa de mi entendimiento, pero reconociéndolo en el mundo donde vivo. Hoy sentí de nuevo ese cosquilleo, en estos tiempos revueltos por los que pasa el paganismo, de repisas, de alianzas y desalianzas, de cotilleos por debajo del mantel. En fin, me di cuenta de lo poco que se necesita para encontrarse a uno mismo y volver al camino si sabes escuchar a los Dioses, si nunca se fueron o dejaron de hablarte. Si les honras sin más, sin esperar respuesta. Si estudias quienes son más allá del puro intererés intelectual de meterlos en arquetipos y casilleros. Así pues, hoy me levanté dándome cuenta de lo integradas que tengo ciertas ideas y creencias sin apenas sentir un corte con lo que hacía antes, la forma en la que algunas costumbres no me son ajenas.

He tenido que pasar por dos viajes a Hellas, ha pasado mucho tiempo y meses de eso y algún que otro pellizco en el corazón al salir de un lugar que pude reconocer como “casa”. Después de llegar a enamorarme allí de Atenea, en las faldas de su casa, de reír hasta llorar con la elocuencia de Hermes, de sentir en sueños una Afrodita maternal tan diferente a como nos la pintan. Me enamoré de Dionisio y su Evohé, vibré con el impulso del fuego guerrero de Ares y dí gracias a Hera por hacer posible que los Dioses reciban sus ofrendas. Y aunque esto suene muy bonito, quizás lo difícil haya sido volver a Madrid y mantenerse con todas esas sensaciones, pasando por los vaivenes del día a día, ponerse delante del altar y levantar la copa hacia ellos, hasta en los momentos más difíciles... esa es la verdadera fe, aunque te sientas fallar.

Y estas palabras no tienen nada de práctico, más bien son meramente personales. Quizás no encontréis en ellas nada útil, pero desde aquí animo a todos los que las lean que encuentren su propio camino hasta los Dioses, pues aunque no lo veamos, la senda siempre está allí. No sirve de nada ser el que más ofrendas ponga (aunque no digo que las ofrendas estén mal) si no llevas dentro de tu corazón lo que te lleve directamente hacia Ellos y de paso hacia Hellas ;)

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