Los Folios en Negro

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 ¿Qué se hace cuando el folio en blanco no te funciona? He tratado de sentarme a escribir un millón de veces desde hace un par de años. Me he deshecho en el papel y mirando su blancura, me he frustrado, me he enfadado, he llorado y he sentido indiferencia. Soy yo quien está en blanco. Los amigos, conocidos y familiares han pasando en un carrusel de halagos. Eres escritora. Dicen. Tú escribes como los ángeles. Decían. Y mira que tú no estás hecha para estar encerrada en un trabajo común. Saca tus alas y vuela. Y estrellarse contra el suelo es lo más bonito que te puede pasar. Contra más alto vueles, más dolorosa será la caída. Cuando ves que tus sueños se descuartizan, uno a uno, con los dientes de la realidad. Y de nuevo “Documento sin título” te saluda con sonrisa sarcástica. Te sientas en el portal, en el banco de “pelar la pava” a ver como tu corazón se ha deshecho varias veces. O se ha roto. Primero escribes un Réquiem por tu corazón. Luego una despedida y una canción y más tarde hoy hizo un año. Y le ves enterrado en el jardín de enfrente. Ya no duele, pero si lo piensas. Mejor no pensar.


Es por eso, que en estos folios me doy la vuelta y me vuelvo, en negativo, del blanco al negro. en letras blancas y folios negros.


Acuarela


Un buen acuarelista sabe aprovechar bien el agua. Sabe que aunque el agua le haga equivocarse, debe adaptarse. 

Un pincel, para ser óptimo para el trabajo del acuarelista, necesita necesita:

Cavitación o capacidad de retención del agua: Debe tomar el agua entre sus manos y dejarla ir según se necesite, como una caricia acuática en el papel.

Flexibilidad. O la capacidad de que sus fibras se curven sin deformarse. Debe doblarse pero no romperse.

Resiliencia volver a su forma durante el trabajo y después de este. Es la resistencia del pincel a mantener su forma.


Respiras y dejas que el agua entre en tus pulmones y lo inunde todo. Y luego ya rellenas la copa y la sostienes en las manos. Te la bebes lenta y pintas, si el papel te sostiene, con el agua y el color que consigas retener. En clave de cavitación, flexibilidad y resiliencia. Y ya soy la reina de copas, Con la copa que conseguí, llena de tinta, colores, inviernos y veranos.


El papel necesita además de ser de gran calidad, un gramaje específico. Unos 300 gramos de resiliencia. ¡Ah! pensaba que eso era solo cosas de pinceles, pero hasta dicen ahora que las personas la tienen. La pondré en mi copa también.


Y los 300 gramos de música, suelo y manos que acompañan al caminar. Una luna colgada de un sueño y pasos, más pasos, uno hacia adelante y cuatro atrás. Vuélvete a sumergir en el agua, pero retén y no sueltas. Ahora sí, ahora hay papel y pigmento al que darle vida. Las manchas van tomando forma, un ojo, una boca, un pecho. Nada que no se pueda controlar.


Viene una ola. Flexibilidad. No hay de qué preocuparse, las fibras están en su lugar, se han adaptado al movimiento y ya se fue, solo fue un instante. Vuelve a sumergirte y esta vez, cárgate de pintura.

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