Perlas, hojas de té, páginas en blanco...

Me siento frente al ordenador portátil. Acabo de llegar hace unos minutos a casa, cansada, ya de noche. No hace frio, especialmente. Conecto el Messenger y me mantengo en “no conectada”. Recibo mensajes insistentes que prefiero ignorar. Me cambio a “no disponible” y ahí se queda la dichosa ventanita, flotando en mi pantalla, ignorada. Me pongo a traducir unos quince minutos un hermoso texto lírico de Carol Ann Duffy. La adoro en cada verso, en cada palabra…”Sobre mi propia piel, sus perlas. Mi señora me hace llevarlas, calentarlas, hasta la noche cuando cepille su pelo. A las seis las pondré sobre su fresca blanca garganta. Todo el día pienso en ella…”. Sueño unos instantes, Veo unas cándidas perlas sobre un cuello de piel tostada y unos labios impregnados de carmín que besan las perlas y las llenan de color. Una impresión de cada huella y surco de aquellos besos sobre la piel tostada. Miro para otro lugar, sobre mi estantería hay una pluma que reposa sobre su peana de piedra, duerme a...