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Hoy, Apolo, va por ti. Y otra vez, como salido de un sueño, el sol se despertó brillando sobre un cielo que se me antojaba azul. Al día siguiente de volver de Hellas, con mis manos temblando, me pasé casi todo el día desconectada o fuera de cobertura. Tan desconectada que no podía parar de temblar, y cansada miraba las montañas del Alcalá, ingenua de mí, buscando el azul del mar que tan traicioneramente me simulan esos montes engañosos. Me escapo lejos y no pretendo volver hasta que la razón de mi existencia me coge de la mano y me pone esa misma mañana delante del portátil, con intención de trabajar algo en mis cosas. Con días y días a mis espaldas de olvidar la pluma, la lira enmudecida por falta de praxis y parte del café derramado por la inseguridad de mis manos, me planto a mirar el correo. Leo atentamente, con calma. Bien, profesores dándome fechas de entrega. Otro más de spam. Voy a tener que hacerme otra cuenta. Vaya, aquí está la profesora de "Estilística". Sí, aquí ...