Dejarse caer desde un precipicio tal alto como un décimo piso

Sedienta y seca por dentro, de tanto ponerme al límite del sufrimiento. Renunciando a buscarme a mí misma y permitíendome vencer por la oscuridad una y mil veces más esta tarde. Sabiendo que no hay vela lo suficientemente potente para que me muestre un resquicio de las paredes, llenas de telarañas y polvo, por cierto, por no cuidar mucho de ellas, de esa habitación en la que me debería haber rendido.

Sí, barroca y compleja, con mis lados angulares y mis espadas en guardia. Pero el guerrero también debe aprender a reconocer a sus verdaderos adversarios y dejarse de gilipolleces. De mierda y autodestrucción, de ponerse firme y erguido, sabiéndose un ser valeroso y dispuesto a salir media batalla consigo mismo y después con el mundo. Luchar, algo tan olvidado y conocido como el respirar, como las palabras a las que tanto amo, otro más de mis actos divinos frente al espejo.

Siendo orgullosa y arrogante, pero capaz de llenar la maleta de tres cosas y poner los pies en mi camino, me adentro y sigo caminando hasta con la última gota de valentía, esa que sé que jamás se agota. Aún con pocas fuerzas, sé que voy a dejar de medirme con la vara de los humanos, sé que algún día dejaré de medirlo todo y meterlo en los cajones de estas cosas que me han contado que soy. Algún día, quizás en estos momentos.

Comentarios

  1. Con tu puedo y con mi quiero, vamos juntas compañera ;)

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  2. Podrias actualizar de vez en cuando y no castigarnos con la ausencia de tus palabras. ¿Tan malos hemos sido? ^^

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