Mi pluma y yo



Un cielo se abre ante el horizonte de mis manos. Un cielo lleno de nubes, blancas o grises, qué más da. Quieren tentarme, seducirme, provocar mis dedos. Tambalean y juegan con palabras que se dibujan en mi mente, llenan el horizonte de sueños imposibles que se amontonan y luchan por salir. Y tumbada sobre un césped, me permito soñar, dejo que el cielo me absorba, que me haga volar. Allí puedo ser, o más bien, puedo dejar de ser. También puedo recordar quién fui, o puedo crear cada latido y respiración de una vida nueva. Vidas que se cruzan y se hilan, como gotas en una tela de araña.

Miro el infinito de estrellas, nubes, vacío en cadencia armónica, espirales de por qués. Y me pregunto quién tomó en sus manos ese amasijo de verdades y las puso todas juntas, con las claves precisas que hacen que ahora esté comparando un cielo abierto con mis deseos de llenar un folio en blanco. Lo veo tan sagrado y a la vez tan cercano. Solo hay que mirar arriba y dejarse mirar por él. El Sol, brillando con fuerza a través de las nubes, me contempla desde lo alto del infinito. Brilla, y sé que brilla más allá de la niebla, de los peros, de los meses sin coger mi pluma, de los reproches y las lágrimas delante del papel. Con preposiciones erradas o sin ellas, sé que escribo. De verbos y argumentos, y meses en blanco, un blanco tan níveo como el papel, sé que escribo. Y sé que sino no respiro, no vivo y tiro a la basura mi existencia entera.

Por eso mismo, delante del cielo, bajo Su mirada, recuerdo mi pluma robada por la tristeza, la depresión, los días más bajos y arrastrados de mi existencia. La recuerdo trazando líneas en el tren, dibujando las formas, que desde niña me han acompañado con sutileza. Aquella que me llamaba desde el bolsillo derecho de la camisa de mi padre, aquellos bolígrafos elegantes que le regalaban cada año. También el bic con el que me dibujaba árboles en el brazo. Y me rindo ante la jodida maravilla de que el ser humano pueda alcanzar el cielo entre las palabras. Y sí, hoy se escaparán unas lágrimas por las palabras y por todos los bolígrafos del mundo, pero solo así, podremos trazar palabras en el cielo. En ese cielo que a veces parece un papel en blanco.

Comentarios

  1. Ciertamente en ocasiones podemos tocar el cielo a través de las palabras... Por eso me agrada leerte, es imposible no sentirse en las nubes leyéndote. Aquí estoy de nuevo linda, rompiendo la barrera del silencio e intentado dejar una huella pequeñita en este desierto. Mágicas lunas besos de luz y un super abrazo desde el otro lado del charco xDD

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