Sí, sigo bien: de cómo el desierto se convirtió en el jardín de las Hespérides



Suena el teléfono y un número extrañamente largo, con prefijo del Reino Unido aparece en la pantalla de mi nokia. Connecting people. Maldita la hora en la que nokia decidió concect me with someone. Solo es una perdida. Calma. No va a volver. Solo que de vez en cuando le da por hacer perdidas. Es la perdida semanal. O quincenal, ya no sé. Solo lo hace para recordarme que existe.

Existe... sí, y aunque lleve más de dos años sin saber de él los recuerdos aún hacen que mi mundo se tambalee. Es cierto, será que soy frágil, que la vida me ha hecho delicada o que yo misma me desmonto con cualquier tipo de amor que me he permitido sentir en mi vida. Será que me he hecho yo misma un poco arrastrada, qué sé yo. Bueno, pasarán los días y no volveré a ver ese maldito prefijo. Así que disfruto de mi felicidad unos días más.

Las tormentas me sorprenden en medio de la carretera esta vez. Pero llego a casa con varias perdidas de mi chica, que ha estado preocupada. Asusta ver la forma de las nubes, movidas por el aire, la lluvia y los relámpagos. Los remolinos grises, en medio de un amasijo de acero y furia, descargan un mar de incertidumbre, con sonido de ambulancias y bomberos como única banda sonora. Me pregunto si el canto de éstas catárticas sirenas nos llevará a todos a su isla algún día. Prefiero no pensarlo y admirar las formas. Solo son formas con mucha agua. Y me esperan en casa, un miedo con el que jugaron no hace mucho. "Estarás sola, serás sacerdotisa de quien quieras, pero estarás sola". Resuenan unas palabras en mi mente que aún tratan de desmoronar mi existencia. Y abro la puerta de casa y tengo visita. Están los brazos de mi compañera de vida, esperándome, un pequeño bichito que me da un chupete cuando estoy triste y uno de mis mejores amigos (alguien que últimamente se ha colado en mi vida sin esperarlo). Todos esperando.

Pasan dos días y al encender el portátil, con ímpetu escritor (ya, bueno, ese que me hace seguir adelante muchas veces, como bien sabéis todos) que se desvanece cuando una ventanita parapadeante flota sobre mi bosque de fondo de escritorio. Y leo su nombre. Su avatar con cara de pato amarillo no me hace ni puta gracia. Aquí ya no hay prefijos. Me aseguro de que no estoy equivocada y miro la dirección de e-mail. Y ahí está. Me tiro como un cuarto de hora decidiendo si contestarle. Mi capacidad de perdón es enorme. Pero hay dos palabras, que se flexionan y conjugan en mi mente y me hacen plantearme si arrastrarme tanto: "embarazada" y "abandono"... Ni siquiera me quedan ya lágrimas cuando pienso en el tema.

Así que en el minuto dieciséis me dejo de reflexiones y la curiosidad me puede. ¿Quién, después de dos años sin hablarme, se acuerda por un partido de fútbol? "verás, he visto el partido y habían chicas españolas que me recuerdan a ti" dice en su inglés desentrenado y macarrónico. "Claro, pero verás, el país está lleno de españolas, y cada una tiene un aspecto, no puedes acordarte de mí por eso...". Se molesta es hablarme en castellano. Me pongo a recordar las bonitas palabras de despedida tras un nefasto final y varios intentos de reconciliación "No volveré a hablar contigo, me voy con ella. Sé que no podré volver a verte, me voy a Brasil. Sabes que aquí acaba todo. Sé muy feliz y piensa en mí alguna vez." Claro que pienso en ti, en el niño que no tuvimos. En las noches en vela escuchando nuestra música, poniendo mi mano en mi tripa. En ponerte la cam y enseñártela. En los días en los que sé que fuiste con ella. Recuerdo estar sola, no hablar más que con un médico y poco más. Pero orgullosa de estar sola ¿Así que, encima de puta, pon la cama? Claro que voy a ser feliz...

Esta vez, las lágrimas ya no brotan solas, la habitación no se pone borrosa y sé que no me pasaré una semana tirada en casa como un zombie al recordarte. Solo veo como mi calma se tambalea de nuevo un poco. Mientras escribe por el msn, algo dentro de mi vuelve a destrozarse. Me rompo un poco, pero disimulo con templanza. Ya no estamos jugando, ahora soy más fuerte. Decido no estar sola durante el mal trago de hablarle. Me pongo al lado del amor de mi vida y se pone a leer conmigo cada palabra, cada espacio. Y en un momento dado, mis lágrimas amenazan con tormenta. Los pedacitos que se han roto en silencio quieren perder la compostura...

La miro a los ojos y me da la mano. "Ya está, mi amor" me dice con una sonrisa "ya no puede hacerte daño". Se posa a escasos milímetros de mis labios, y cuando parecía que el terremoto de recuerdos iba a destrozar mi mobiliario interno, ella hace que todo se reconstruya, que las heridas sanen. Las lágrimas no existen, ni sé dónde han ido a parar. "Mira todo lo que has conseguido". Y ahí está ella. Entonces sí tengo el valor suficiente para seguir con la conversación. Y puedo ponerle punto y final a un capítulo que se resistía a cerrarse. Y así es como el desierto, de tres años sin escribir por aquel episodio, se convirtió en el jardín que es hoy. Fin ;)

Comentarios

  1. No habrá desierto que se rinda ante tu felicidad preciosa :)

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