Querida piscis


Un brillo azulado teñía los sillones y los visillos. Los floripondios del sofá, horteras a más no poder, le recordaban a las revistas de decoración de la peluquería donde trabajaba.

¿Y ahora qué? Esconcer la botellita de veneno. Nadie buscaría el arma del crímen en casa de su adorable vecina. La señora María, sorda como una tapia escuchaba la televisión a todo volúmen, aunque las horas no eran adecuadas, nadie en el bloque se atrevía a decirle nada. Julia tenía sus llaves y sabía que estaría apunto de dormirse. Era la hora en la que la buena señura se ponía a su pitonisa preferida y se dormía con la cabeza cayándole sobre el hombro y las manos aferándose al mando a distancia como si fuera su único dios.

Julia sabía que tenía que actuar con sigilo. No quería que su vecina se despertara. Un ronquido le sobresaltó. Sabía que al dejar allí la botellita que contenía el letal fármaco no se llevaría toda su culpa. Pero era el lugar más seguro en el que pudo pensar con el apremio de limpiar sus manos de toda responsabilidad.

"Querida piscis, te encuentras en un momento difícil de tu vida" rezaba una mujer desde la televisión con los ojos pintados como si fuera un tigre de Bengala. Roberto se quedó escuchando a la señora que parecía tener de estilista a su peor enemiga. "¿Estás segura de lo que estás a punto de hacer, querida piscis?

Daba la casualidad de que de que Julia era piscis. Pero estaba claro que la pitonisa había grabado su programa y le hablaba a un cámara y su ayudante. Se concetró. Tenía que buscar el mejor lugar donde poner el bote. No eran tan difícil. Se había criado con sus siete hermanos y solía esconderles los juguetes para hacerles rabiar. La señora María dió un respingo. Julia se planteó si todo aquello era una buena idea mientras siguió avanzando hasta la cocina.

"Querida piscias, tú y yo sabemos que si sigues por ese camino, vas a terminar haciendo algo de lo que te arrepintas. Nunca debiste beberte la botella de vodka."

¿Pero qué demonios sabía la pitonisa con pelo de lechuga de una botella de vodka? Julia se quedó rígida. Miró a la señora María de nuevo y su cabeza se ladeó un poco más hacia la derecha. El tiempo apremiaba y era necesario obrar lo antes posible. El cuerpo de su marido ya estaba lejos y frio. Solo faltaba el veneno, antes de que a la policía se le ocurriera hacer preguntas extrañas. Por lo que sabía eso sucedería en 48 horas desde la denuncia de desaparición que ella misma dió.

La señora María debió presionar la tecla para subir el volúmen y la pitonosa de dentro de la caja tonta habló de nuevo: "Querida piscis, era un cabrón, quizás se lo merecía, pero ésta semana los astros te deparan una decisión difícil."

Julia respiró hondo. Era imposible que la bruja de la televisión supera lo que estaba a punto de hacer. ¿Estaba escuchándola en su cabeza? "Querida piscis, todos lo sabemos, es inútil que borres tus huelas dactilares de la botellita. No dejes el veneno aquí. Amiga piscis, lárgate de aquí".

La señora María pareció despertarse con el televisor. La miró clavándole los ojos en el alma. Julia ya sabía dónde poner el contenido del bote de veneno.


Comentarios

  1. Qué Bueno! Me he quedado con ganas de más

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro que te haya gustado. Lo buenos de estos retos es que te dan un montón de ideas y te ayudan a desbloquear mucho.

      Eliminar

Publicar un comentario

Siéntate y háblame. Si quieres puedo prepararte un café o un té. Nos podemos perder en sus líneas.

Entradas populares de este blog

Perlas, hojas de té, páginas en blanco...

Feliz partida y feliz reencuentro

Los Folios en Negro