Rendiciones cotidianas
Hoy tengo ganas de dejarme caer, al vacío, a las sombras... no ha sido un día especialmente complicado, pero las circunstancias de mi vida no son las mejores. Cierto, no me puedo quejar. También cierto, tengo el regalo más hermoso del mundo: tú. Pero hay momentos en los que deseas que todo sea fácil, sereno, en paz. Si hay algo que he aprendido en mis veintitrés años de existencia es eso mismo, a vivir en paz. En un estado catatónico en el que simplemente ya no me duele ni siquiera la otra mejilla, los golpes me la resbalan y me encierro en una cárcel de piedra. Y ahí hay paz, lo juro. Ahí no puedes ni enfadarte con la vida, ni con la gente que te agrede, ni con las circunstancias... El problema es que me has tocado, me has hecho volver a la vida. ¿Y qué más da si de vez en cuando me pongo a sufrir por las esquinas? ¿Y qué le vamos a hacer si vivo en un pequeño melodrama? Si pierdo parte de mí, si recupero amaneceres nuevos. Y si...de acuerdo, ya no soy paz, ya no soy frío, soy de nuev...